A principios de 1836, durante las guerras Carlistas, el general cristino
Palarea atacó Monroyo y en 1839 las tropas del general carlista Llagostera
incendiaron de nuevo la población quedando afectados 137
edificios,muchos de los cuales no fueron ya reconstruidos. Los incendios
padecidos por la población motivaron que entre los habitantes de las
localidades vecinas se nos conozca por el apelativo de "sucarrats"
(socarrados).
El recinto de la villa estuvo amurallado. Queda en pie
el portal de sant Domingo , que fue reconstruido hace pocos años, y
algunos vestigios de los de sant Roc y de la Iglesia, pero no así
del portal del Collado, al oeste del pueblo, del cual no quedaba otro dato
que la noticia transmitida oralmente por las generaciones anteriores
(recientemente hemos tenido también constancia documental de su
existencia). El de sant Roc fue derruido pocos años después de
finalizar la guerra civil (1936-1939) debido, según dicen, a que la
estrechez de la puerta no permitía el paso de los camiones al interior de
la población. En dicha guerra el ejército republicano estableció un frente
en estas sierras tratando de evitar el avance hacia la zona levantina de
las tropas llamadas nacionales que, finalmente, entraron en Monroyo el
primero de abril de 1938. Su comandante era el general Camilo Alonso Vega
que decidió establecer el cuartel general en el hostal de la Placeta. El
frente de guerra castigó con dureza nuestra tierra y también los pueblos y
sus moradores que se vieron obligados a huir hacia los montes en busca de
refugio. Los combates fueron muy encarnizados y con continuos bombardeos
por parte de la aviación. Con la toma de Monroyo los soldados republicanos
huyeron a la desbandada hacia Cataluña. Hoy quedan todavía muchos restos
de los parapetos y las trincheras que construyeron. El fenómeno del
maquis, producido durante la posguerra, afectó también de manera
considerable la vida cotidiana de nuestra comunidad. Estas circunstancias
tuvieron su punto culminante con la medida adoptada por el Gobernador
Civil de Teruel en el año 1947 que obligaba a los masoveros a desalojar
las masías y vivir en el pueblo. Muchos de ellos ya no regresaron.
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